HOLA GRACIAS POR VISITAR MI SITIO WEB

NO TE OLVIDES DE DEJAR COMENTARIOS EN LOS ARTICULOS QUE TE LLAMEN LA ATENCION.

QUE LO DISFRUTES....

ATT. JAIR

lunes, 8 de agosto de 2011

IDENTIDAD SEXUAL, ¿LA APRENDEMOS O LA HEREDAMOS?


Artículo de revisión

IDENTIDAD SEXUAL, ¿LA APRENDEMOS O LA HEREDAMOS?

Jair Albeiro Jaramillo-Gómez

RESUMEN

Un aspecto importante de la sexualidad es la orientación sexual, la cual se puede definir como la atracción sexual que siente un individuo hacia otro del sexo contrario o del mismo sexo. Durante mucho tiempo ha existido una fuerte argumentación teórica para tratar de explicar el porqué de las conductas sexuales, argumentando que estas eran el resultado de las experiencias infantiles y en especial de los procesos de identificación, pero esta teoría al carecer de rigor científico se ha ido remplazando por aquellas que basan su investigación en el método científico y que apoyadas en equipos de exploración cerebral de última tecnología han logrado descubrir diferencias estructurales del cerebro relacionadas con la orientación sexual de los sujetos. En concreto, se observan diferencias en el tamaño de tres subregiones diferentes del cerebro: el núcleo supraquiasmático, un núcleo sexualmente dimórfico (Que tiene dos formas, dependientes del sexo) del hipotálamo (el tercer núcleo intersticial del hipotálamo anterior) y la comisura anterior. De acuerdo con lo anterior, se abre un gran abanico de posibilidades para tratar de comprender el porqué de las conductas homosexuales y para tal fin es necesario realizar un rastreo por algunas de estas posibles explicaciones.

Palabras claves:

Identidad sexual; orientación sexual; homosexualidad; travestismo; bisexualismo; heterosexualismo.

INTRODUCCIÓN

Tradicionalmente la orientación sexual ha sido definida como la inclinación o preferencia hacia miembros del sexo opuesto, conociéndose como heterosexuales; del mismo sexo, homosexual o de ambos sexos, bisexual. Las investigaciones en este campo han ido adquiriendo cada vez mayor interés por parte de la comunidad científica, especialmente de los evolucionistas que ven en ella un problema para la teoría evolutiva; así lo afirman Kirkpatrick (2000) y Rahman and Wilson (2003), en Soler (2005).

Como es sabido, el paradigma evolutivo está basado en la adaptabilidad de la conducta, basada en el comportamiento que favorece la supervivencia, que es adaptativo y que garantiza el éxito reproductivo. Y es precisamente por esto que la orientación homosexual (atracción erótica y emocional hacia el mismo género) se ha considerado como una práctica anormal, ya que va en contravía de la teoría de la evolución propuesta por Darwin, puesto que al ser una preferencia sexual no reproductiva no se podría garantizar la supervivencia de la especie.

La orientación sexual ha sido persistentemente estudiada por disciplinas como la biología, la sociología, la psicología y la antropología, con el objetivo de encontrar sus causas y explicar su valor adaptativo. Los cambios en la conceptualización social y científica de la homosexualidad y su tratamiento reflejan los cambios en los paradigmas prevalecientes sobre las causas de la conducta humana (Muscarella y otros, 2001, en Soler, 2005). No sorprende, por ejemplo, que hasta los años 60s se creyera comúnmente que la homosexualidad era resultado de influencias patógenas en la niñez en las que se involucraba a ambos padres y cuyo tratamiento resultaba infructuoso (Bullough, 1994 en Soler, 2005).

En la segunda mitad del siglo XX, un considerable cuerpo de investigación en sexualidad humana (Gorski, Gordon, Shryne and Southam, 1978; Elias and Valenta, 1992; Gladue, Green and Hellman, 1984; Newmark, Rose, Todd, Birk and Naftolin, 1979; Dorner, 1978; Barr and Bertram, 1949; Young, Goy and Phoenix, 1964 en…) hizo énfasis en la actividad hormonal. Por eso, las causas de la homosexualidad fueron relacionadas con desbalances hormonales en diferentes niveles del desarrollo. Parte de la investigación estaba orientada a encontrar una cura para la conducta homosexual, pero este tipo de trabajos no fue exitoso (Barker, 1965; Blakemore, Thorpe, Barker, Conway and Lavin, 1963 en Soler, 2005). Más recientemente, se ha estudiado los genes y su influencia sobre la orientación sexual (Nesse, 2001 en Soler, 2005).

La psicología evolutiva, sostiene que la conducta exhibida por los humanos ha contribuido a la supervivencia y reproducción en el pasado evolutivo y ha perpetuado los genes que influyen la conducta. Este paradigma evolutivo ha incrementado visiblemente su influencia a muchas áreas de estudio de la conducta humana, y la orientación sexual no puede ser la excepción; sin embargo, es claro que históricamente la homosexualidad no puede ser explicada bajo un solo modelo, dada la complejidad de los factores que influyen en su desarrollo. Este tipo de orientación sexual ha sido recientemente estudiado desde la neuroendocrinología, la genética y la fisiología (Soler, 2005)

Pero no podemos olvidar que el ser humano no se encuentra determinado únicamente por la biología; los hombres y las mujeres se desarrollan dentro de un núcleo social. El grupo social adjudica normas y reglas desde el momento del nacimiento. Por ejemplo, se asocian colores a cada uno de los sexos (el color rosa para mujeres y el azul o amarillo para los hombres) y se establecen comportamientos reglamentados que definen el rol de género, el cual constituye una serie de conductas que son impuestas y aprendidas por las sociedades (Crooks & Baur, 1999; Rueda, 2008, en Orozco, Ostrosky, Salin, Castillo, 2009).

No obstante lo anterior, independientemente de lo que aprendamos por medio de la cultura, cada persona establece una identidad de género que además está determinada por las experiencias y los procesos mentales que tiene cada individuo; es decir, la identidad de género es como nos categorizamos, sentimos y percibimos respecto al género. Gradualmente, va emergiendo la orientación sexual que determina la atracción por el sexo opuesto (heterosexual), el mismo sexo (homosexual), ambos sexos (bisexual) o, incluso, ningún de los sexos (asexual) (Crooks & Baur, 1999; Gooren, 2006; Rueda 2008, en Orozco et al., 2009).

En las personas que se definen como heterosexuales existe congruencia entre sus características físicas y biológicas (sexo biológico) con su sexo (identidad sexual) y sienten atracción por el sexo opuesto (orientación sexual). En el caso de varones homosexuales, sienten congruencia por su sexo biológico y por su identidad sexual pero se sienten atraídos hacia el mismo sexo. En el caso de las mujeres homosexuales, se sienten atraídas por mujeres, pero están a gusto con su identidad y su sexo biológico. Sin embargo, existen otras condiciones en donde el sexo biológico no corresponde con la identidad sexual y a esto se le denomina transexualismo.

Una persona transexual es aquella que físicamente se ve de uno u otro sexo, pero internamente siente que pertenece al sexo contrario; es decir, son hombres “atrapados” en el cuerpo de una mujer o mujeres “atrapadas” en el cuerpo de un varón. Esto genera una condición que se conoce como disforia de género (Cohen-Kettenis & Gooren, 1999; Rueda, 2008 en Orozco et al., 2009). Un varón transexual es diferente a uno homosexual, ya que éste último sí está conforme con su cuerpo y su identidad sexual; mientras que el transexual no, debido a que percibe que sus características corporales no son congruentes con su identidad de género y su orientación sexual.

Durante muchos años las teorías psicosociales tuvieron un peso muy fuerte para explicar las condiciones sexuales de los seres humanos (REF.). Estas explicaciones incluyeron factores no cuantificables y subjetivos (i.e., el psicoanálisis).

De acuerdo con Sigmund Freud, la familia tiene una influencia determinante en la orientación sexual de los individuos; por eso, las mujeres son lesbianas por la envidia del pene o la inatención materna y, al contrario, una madre dominante o un padre ausente puede promover la homosexualidad (Orozco et al., 2009).

Las teorías del aprendizaje social y el conductismo que surgieron en las décadas de los 60’s y 70’s, propusieron que la orientación sexual, y todas las características de la sexualidad, están sujetas a un entrenamiento por parte de las personas que nos rodean, como padres, maestros, pares y sociedad en general. Sin embargo, estas teorías no explican por qué padres heterosexuales tienen hijos homosexuales y cómo es que hijos de padres homosexuales o lesbianas tienen orientación heterosexual (Patterson, 1992; Tasker, 2005, en Orozco et al. 2009).

Por otra parte, en los años 80 y 90 surgió la propuesta del medio familiar perturbado, en la que se sostenía que las experiencias traumáticas o placenteras en edades tempranas tenían un papel determinante en el desarrollo de la orientación sexual. Sin embargo, estas aproximaciones no podían explicar cómo es que otras personas que habían tenido las mismas experiencias eran heterosexuales (Cameron & Cameron, 1995; Wellings & Fields, 1994 en Orozco et al., 2009)

Por el polo casi opuesto, para tratar de explicar las condiciones de disforia de género y la homosexualidad, existen diversas propuestas biológicas que van desde niveles genéticos, pasando por alteraciones prenatales, hasta niveles alterados de hormonas y factores externos como el estrés.

La investigación del papel de las hormonas en la orientación sexual se ha enfocado en las funciones de la testosterona, los andrógenos y los estrógenos. Una hipótesis común ha sido que los hombres homosexuales tienen más elevados los niveles de estrógenos y más reducidos los niveles de testosterona que los hombres heterosexuales (Newmark y otros, 1979; Dorner, 1981; Gladue, 1994, en Soler, 2005); sin embargo, los resultados de estudios en esta área han sido inconsistentes. El hecho de que la conducta homosexual en roedores y primates pueda ser alterada debido a una temprana exposición a hormonas sexuales ha permitido considerar la posibilidad que la variación en la exposición a hormonas pueda ser la base también para un cambio en la orientación sexual en humanos, ya que algunos estudios clínicos, en los que se alteran los procesos hormonales prenatales, sugieren fuertemente que varios aspectos de la orientación y conducta sexual humana son debidos a mecanismos hormonales (Gorski y otros, 1978; Kimura, 1999, en Soler 2005).

Según estas investigaciones, en el caso de las mujeres, si se varían los niveles de andrógenos prenatales, se podría afectar la conducta social y la orientación sexual. Evidencia de esto es lo que ocurre con un trastorno conocido como hiperplasia adrenal congénita (HAC), que se caracteriza por la presencia de niveles elevados de andrógenos segregados por las glándulas suprarrenales. Éste síndrome ocasiona una masculinización prenatal de tal manera que en niños estos niveles elevados de andrógenos parecen no ejercer un efecto significativo, siguiendo un desarrollo normal, no siendo así en el caso de las niñas, que presentan una serie de cambios en sus órganos genitales (clítoris de gran tamaño y labios vaginales parcialmente fusionados),(soler 2005)

En cuanto a los sujetos varones, se presenta un Síndrome de Insensibilidad a los Andrógenos, cuya característica principal es su desarrollo como mujeres, con genitales externos femeninos y un comportamiento sexual femenino. La conducta social de personas con este síndrome tiende a ser muy femenina. En las mujeres, este síndrome parece no afectar a su orientación sexual, desarrollando una vida sexual sin problemas.

En un intento por explicar una base genética endocrina para la selección de la conducta homosexual, Rahman y Wilson (2001) en Soler, (2005), creen que durante la evolución humana la agresión intrasexual constituyó un problema adaptativo porque llevó a reducir la supervivencia individual y a incrementar el infanticidio.

Para ellos es clara la idea de que dada estas formas de diferenciación sexual, la conducta homosexual pudo haber sido adaptativa porque contribuyó a la formación de alianzas; argumentan que las variaciones en los genotipos produjeron que los machos homínidos fueran más femeninos en los rasgos conductuales y bisexuales en preferencia sexual. Estas características contribuyeron a la afiliación al mismo sexo y las hembras fueron atraídas a estos rasgos porque ellos estuvieron asociados con decremento en la agresión y el asesinato, y el incremento en la conducta parental. Con el tiempo, las hembras escogieron cada vez más rasgos femeninos en machos, los cuales redujeron la evolución de alelos asociados con interés homosexual exclusivo; de esta forma los alelos para la homosexualidad son mantenidos en un polimorfismo balanceado.

En el campo de la genética, Hammer, Hu, Magnusos, Hu & Pattatuci, (1993) y Hu,

Pattatuci, Patterson, Li, Fulker, Cherny, Kruglyak & Hamer (1995) en Soler (2005), han identificado que la homosexualidad puede heredarse por medio de la línea materna e incluso existe un sitio específico en el cromosoma X que es similar entre familiares homosexuales.

Siguiendo con los estudios genéticos, Whitan, Diamond, y Martin (1993) han encontrado un alto porcentaje de concordancia entre gemelos homocigóticos homosexuales (57% para varones y 50% para mujeres). También ha sido descrito que los esteroides sexuales están relacionados con el desarrollo de la condición transexual, ya que en esta población se han encontrado diferencias referentes al polimorfismo genético de receptores a esteroides y andrógenos (Hare et al., 2009; Bentz et al., 2008, en Orozco et al. 2009).

Para terminar. En el caso de las diferencias cerebrales se conoce que algunas estructuras son diferentes entre hombres y mujeres; “Adicionalmente se han encontrado diferencias con homosexuales y estructuras similares en cerebros de mujeres y transexuales H-M (hombre-mujer) (Allen & Gorski 1992; Le Vay, 1991; Swaab & Hofman, 1990, 1995; Zhou et al., 1995 en Orozco et al. 2009). (Tabla 1)

TABLA 1: Diferencias en estructuras cerebrales entre géneros y los distintos tipos de orientación sexual

DIFERENCIA

ESTRUCTURAS

Más grande en mujer que en hombre

Comisura anterior (área sagital medial)

Cuerpo calloso (istmo y área sagital medial)

Masa intermedia

Núcleo supraquiasmático

Más grande en hombre que en mujer

Componente central del núcleo basal de la estría terminal

Hipotálamo

Segundo y tercer núcleo intersticial del hipotálamo anterior

Núcleo sexualmente dimorfico de área preóptica

Núcleo de Onuf de médula espinal

Mayor en homosexuales que en mujeres

y hombres

Núcleo supraquiasmático

Igual en transexuales HM y mujeres y

diferente a hombres homosexuales y

heterosexuales

Área preóptica

Núcleo central de la cama de la estría terminal

Respecto a densidad neuronal, Orozco (2009) citando a Kruijver et al. (2000), Nos dice que en un análisis meticuloso del núcleo central de la cama de la estría terminal encontraron que los hombres (heterosexuales y homosexuales) tienen el doble de neuronas que las mujeres; y los Transexuales H-M (hombre-mujer) están en el rango numérico neuronal de las mujeres y lo opuesto ocurre con los Transexuales M-H (mujer-hombre) que son similares a los hombres (Figura 1).

Figura 1. Localización de estructuras cerebrales que muestran diferencias entre hombres, mujeres heterosexuales, homosexuales y transexuales. A. Corte sagital del cerebro humano y B. Sección sagital del hipotálamo.



Conclusión

Aunque algunas teorías se han ido dejando al margen por carecer de validez científica, aun hoy no es posible establecer con precisión y usando métodos científicos cuales son los factores exactos que causan la homosexualidad, bisexualidad, o travestismo, ya que los aportes más recientes aunque parecen ser los más acertados también podrían cuestionarse ya que si bien las diferencias en estructuras cerebrales podrían ser una causa, también podrían ser una consecuencia.

Bibliografía

- OROZCO, Gabriela; OSTRSKY, Feggy; SALIN, Rafael; BORJA, Karina; CASTILLO, Gabriela. Bases biológicas de la orientación sexual: un estudio de las emociones en transexuales. En: Revista Neuropsicología, Neuropsiquiatría y Neurociencias Vol.9, Nº1 (Abril 2009) pp. 9-24. Disponible en http://neurociencias.udea.edu.co/revista/PDF/REVNEURO_ vol9_num1_6.pdf. Consultado octubre 01 de 2010.

- SOLER, Franklin Giovanni. Evolución y orientación sexual. En: perspectivas en psicología, Vol. I, Nº2 (2005) pp. 161–173.

Disponible en: http://www.usta.edu.co/otras_pag/revistas/diversitas/doc_pdf/ diversitas_2/vol1.no.2/art_4.pdf. Consultado octubre 01 de 2010.